martes, 22 de julio de 2008

FOLIOS DE COLORES


Y de repente se vió sentada ante el ordenador intentando describir sin ansiedad lo ansiosa que estaba, ante un nuevo correo por llenar de las palabras que no quería decir o, más bien, que no quería que pareciera que había dicho.
Habían pasado varios años pero no había pasado ni un día en el que no hubiese esperado la llamada que hoy había recibido. Más de una vez se había sorprendido a sí misma escribiendo un mensaje que nunca llegaría a mandar (para ser sincera, alguno sí que salió de su teléfono pero no obtuvo respuesta), tarareando canciones que al final no cantaba, trazando líneas de un retrato sin terminar.


ALLI:
¡HOLAAAAAAAA, CIELO, CUANTO TIEMPO!, ¿COMO ESTÁS?
AQUÍ:
¡ERES TÚ, INCREIBLE!, ¡CUANTO TIEMPO HA PASADO!
ALLÍ:
TODO GENIAL SIGO CON MIS COSAS ME IMAGINO QUE TU MUY BIEN TAMBIÉN, ESPERO QUE TU MUY BIEN TAMBIEN
AQUÍ:
CLARO SÍ, DIME, ¿DONDE ANDAS?
ALLÍ:
PUES TAMBIEN COMO SIEMPRE, HOY AQUI, MAÑANA NO LO SÉ
AQUÍ:
ME HE ACORDADO DE TI, PROBABLEMENTE VIAJE A TU CIUDAD
ALLÍ:
PUES LLAMAME, NO SÉ SI ESTARÉ PERO ME GUSTARÍA VOLVER A VERTE
TU VOZ SUENA LINDA COMO SIEMPRE. CHAO AMOR.


Chao o ciao, no sé, AMOR. Siempre se despedía con esa frase, con esa palabra. Y a miles de kilómetros de distancia seguía sonando tan tierna como lo hacía en la cercanía. Nunca fue nada más que eso, una dulce y tierna palabra, una sensación de complicidad, de compañía, de chistes a los pies de la cama, de té al atardecer en la cocina, de mensajes indescifrables.
Con él descubrió otra forma de querer, de dejarse querer, de quererse mutua y recíprocamente. Otra forma de sentir y saberse sentida, de besar y ser besada, de buscar y buscarse, de tocar, de escuchar, de ver, de cantar, de hablar, de mirar, de leer, de encontrar, de respirar, de pasear, de bailar, de decir, de recordar, de añorar, de esperar, de seguir, de comer, de oler, de beber, de reir, de llorar, de soñar, de descubrir, de hallar, de....
Fue todo un descubrimiento que el destino puso en su camino aunque le costó mucho reconocer. Fue un bálsamo para sus heridas sin cicatrizar, horas para sus días vacios, música para sus oidos, color para su paisaje.
Todo eso lo sabía pero seguía sin atreverse a llenar esa página en blanco.

sábado, 19 de julio de 2008

UNOS CUANTOS BORRONES

Nuevo día, borrón y cuenta nueva. Aún hubo más cosas ayer, pero alguna demasiado desagradables para hablar de ellas aquí. Buenos días, de nuevo en camino.

viernes, 18 de julio de 2008

¿UN RATITO MÁS?

¿Nos os ha pasado nunca que hay días en los que casi habrías preferido no haberte levantado de la cama? Hoy ha sido uno de esos días para mí y aún no ha acabado.


El calor me ha jugado una mala pasada esa noche y ha hecho que vea todas las horas que marca el reloj; cuando empezaba a amanecer el sueño empezó a vencerme y cuando por fin sonó el despertador, como si fuese una niña chica, casi me pongo a llorar porque quería dormir un ratito más, pero como ya soy toda una mujer, como diría mi madre, y tengo que ser responsable pues a levantarse que hay que trabajar. Primera parada el baño con su ducha incluida, que por cierto, hoy le ha dado por jugar con el agua caliente. No pasa nada, una buena sonrisa en la cara y a desayunar, algo que podrías hacer si no se hubiesen acabado todo el zumo¡¡¡¡¡¡. Tampoco pasa nada, un vasito de leche (aunque no la soporte) no le hace mal a nadie. Lo demás ha transcurrido con normalidad. Ya en la calle me dispongo a coger el coche ...¡¡¡¡maldita sea, las luces están encendidas!!!!!. La última persona que lo cogió ayer se olvidó de apagarlas y probablemente no arranqué, pero no es así, lo hace a la primera y el día continúa con su habitual normalidad.

Toca pagar el seguro del vehículo antes de ir a trabajar, pero está cerrado aunque pone que a las 9 abría; vuelvo más tarde, sigue cerrado, al final no llegaré al trabajo, ahí viene, vale, todo resuelto.

Como cada viernes, en principio se presenta una jornada tranquila de trabajo, o eso pensaba yo. A media mañana asisto a un acto en la piscina municipal y al salir, tropiezo, caigo y me desdibujo pierna, rodilla, manos y codos, vamos que quedo para echarme una fotito que yo sé que a alguno le ha dado gana. Me levanto como si allí no hubiese pasado nada, todo digna y sigo hacia la calle. ¿Tienes con quién irte?. Sí, no te preocupes, he traido coche. ¿He traido coche?, maldito coche que ahora se niega a arrancar. Ring, ring, ¿puedes traer las pinzas del coche?, es que creo que me he quedado sin bateria, anoche alguien se dejó las luces echadas, gracias. La herida de la pierna no para de sangrar y ahora duele mucho. El coche se niega a arrancar ni con ayuda. El teléfono suena y es que hace mucho que debería haber vuelto al trabajo. La grúa, ¿ocupada?, no pasa nada se queda aparcado y esta tarde vuelvo a por él. No te preocupes, vete que ya lo hago yo. Gracias. ¡Ah! pero no te vayas a ir sin curarte esa herida, tiene muy mala pinta.

Un día de lo más normal, ¿no?, yo no soy pesimista.

Mensaje en el móvil: el hotel al que ibamos está completo a vosotras dos os puedo coger habitaciones en otros hoteles de pueblos cercanos, pero son 150 euros más, ¿qué hago?. Inténtalo allí aunque no me apetece estar sola en otro sitio. Que no, que tampoco quedan hay algo a 50 kilómetros. Pues no te preocupes, otra vez será.

Y sigue mi racha.

Llamada por teléfono a las 15.00 horas, me entretengo y olvido que la comida estaba puesta en el fuego, el olor a humo me lo recuerda. Adiossss, bueno, en realidad hoy sólo me apetecía comer un poco de fruta.

Pues no, la verdad es que no sé lo que he hecho pero el caso es que el cajero automático se ha tragado la tarjeta y necesitaba dinero esta tarde. Vale, el lunes me acercaré a mi oficina, pero mientras tanto ¿qué hago?. De acuerdo, Buenas Tardes.

Y después de atragantarme con un sorbo de agura me voy a sentar un ratito frente al ordenador y desahogarme y a ver si ahí no me pasa nada.

Ummm¡¡¡¡ 18 de julio. No sé si me gusta esta fecha. Desde luego hoy no.

Y el día no ha terminado, mañana os cuento.

viernes, 11 de julio de 2008

HOY TENGO GANAS DE TI

Hoy me he levantado melancólica. No sé lo que me pasa, pero tengo una sensación muy extraña, un nudo en la boca del estómago que a la vez me oprime el pecho. Me vienen ganas de llorar mientras estallo en carcajadas. Quizás alguna situación me ha desbordado, me ha roto algunos esquemas y ha hecho que no quiera seguir confiando en la gente. Y frente a la ventana, miro la calle pero no es este sol el que veo, no es este aire el que acaricia mi cara, no es este olor el que me llega.


Huelo, miro y respiro e identifico la escena, necesito desconectar y dejarme bañar por ese otro sol. Tengo ganas de libertad, tengo ganas de silencio, tengo ganas de mar, tengo ganas de Cádiz. Hace mucho que no te tengo, hace tiempo que te ando, que no te veo, que no te oigo, que no te pruebo, que no te siento.


Espérame, busco un hueco y te encuentro.



En palabras de Antonio Burgos, "A la libertad le tengo puesto el nombre de Cádiz".




miércoles, 9 de julio de 2008

DE BOGOTÁ A MARTOS



Se trata de trasformar una simple estadística en carne y hueso ya que no son números sino personas. Este es un artículo, que con la excusa de la inmigración escribí para la revista de Cáritas. Esta es una historia, pero cada uno de los inmigrantes que llegan hasta nuestros pueblos y ciudades, tiene la suya. Sólo tenemos que querer descubrirlas.





Jairo lleva más de dos años en Martos. Su mujer, María, llegó hace unos siete.
Muchas veces reducimos la inmigración a una simple estadística; los extranjeros que llegan a nuestro país, a nuestras ciudades, son sólo números pero, tras cada una de esas personas existe una historia, la mayoría de las veces unida a la necesidad. La de Jairo es una de ellas.
Jairo Cardona Alzate es moreno, menudo, cortés, humilde y tremendamente agradecido. Sus ojos oscuros brillan como el cristal y confirman con transparencia cada una de las palabras que escoge para hablar de su vida. Nació en la ciudad de Armenia, capital del Departamento (provincia) de Quindio, en Colombia, pero fue en la ciudad de Cartago de la provincia del Valle donde se crió. En la capital del país, Bogotá, tuvo su última vivienda antes de tomar la decidión de venir a España siguiendo a su mujer.
Cuando Jairo llegó a España algo se removió en su interior, no sabe explicar con exactitud qué es lo que sintió. Le dolia el pecho, le invadía la angustia de pensar que se encontraba a miles de kilómetros de su casa, de sus hijos, de su "mamá", pero su mujer, a la que no veía desde hace mucho tiempo, le esperaba.
"Nunca es fácil tomar esa decisión", aclara Jairo, "es muy dificil tomar la determinación de dejar tu país y tu familia para venirse, pero yo tenía aquí algo que me atraía, mi esposa". La familia de Jairo, en Bogotá, tenían un restaurante y un taxi, "era yo el que manejaba", reconoce Jairo. Con el tiempo, tuvieron que cerrar el restaurante y María pensó en emigrar. "Mi esposa tiene unas personas muy allegadas en Italia y le animaron a ir allí, pero cuando finalmente tomó la decisión fue a España donde quiso ir, también tiene familia aquí y la lengua y las costumbres eran más parecidas a las nuestras". Primero llegó a Madrid y allí encontró trabajo para cuidar a una mujer mayor en Jaén. Cuando murió, la familia de la anciana la recomendó a una familia marteña que años después también ofreció trabajo a Jairo. " Los jefes de mi esposa tienen fincas de olivar y me ofrecieron trabajo en el campo. Vine con la tarjeta de peón agrícola y desde el primer dia estoy trabajando. Cuando llegó el verano y se acabó el trabajo en el campo me puse a buscar otro. Mi jefe me dijo que cuando llegara septiembre habría trabajo de nuevo pero yo no podía esperar tanto". Y sí, encontró otro trabajo, desde entonces se ha dedicado al sector de la hostelería, algo que no le era desconocido.
"He dado con gente muy buena aquí en Martos, me han conocido y, de verdad, me han ayudado harto".
En sus palabras se refleja el agradecimiento que siente hacia las personas que se ha cruzado en el camino, que le han tendido la mano y que no le han cerrado ninguna puerta por el simple hecho de ser inmigrante. Aún así, cree que es afortunado y sabe que su situación no es la de otras muchas personas que también deciden buscan un futuro mejor en otro país. "Yo, personalmente, he rodado con una suerte muy bonita - reconoce-, por que hay otras personas a las que les ha tocado domir en la calle y aguantar hambre". Además, sus tres hijos también viven ýa aquí con ellos. "La más pequeña está estudiando en la Universidad de Jaén, mi otra hija terminó sus estudios en Bogotá y acaba de llegar y mi hijo trabajó en la temporada de la aceituna y ahora está pensando en retomar sus estudios de Ingeniería Electrónica". Pero también ha sido en España donde Jairo ha pasado el peor momento de su vida, fue hace un año cuando su madre murió. "EL 20 de mayo se cumple un año. Fue muy dificil cuando falleció mi madre y yo estaba en este país sin poder hacer nada por ella y ni siquiera verla en sus últimos dias. Para mí, ese momento fue uno de los más difíciles de mi vida".
Una de sus máximas es que cada uno es el que hace su vida. "Somos personas que no tenemos problemas con nadie, las personas con las que nos hemos relacionado nos han tomado aprecio por nuestro modo de ser y nos han acogido muy bien. Conocemos a algunas personas que nos ofrecen su ayuda cuando lo necesitamos. Yo no tengo queja de nada ni de nadie de este pueblo".
Y a la pregunta, ¿han pensado volver algún dia?, no duda la respuesta: "yo ya no tengo nada que me atraiga allí, lo que más quería que era mi mamá murió y con mis hermanos no he tenido una relación muy estrecha. Ya que mis hijos están aquí con nosotros, todo lo tengo aquí. De momento yo no pienso en volver pronto aunque la vida da muchas vueltas. A mi me gusta vivir aquí, lo prefiero a una gran ciudad. En un pueblo conoces a la gente y ellos te conocen. Yo hasta el momento estoy muy agradecido aquí y mi familia y yo empezamos a tener proyectos".

martes, 8 de julio de 2008

CON MI BENDICIÓN


Mi amigo D'Paula me dejaba hace unos días un regalito en su blog, esta bendición del arcángel San Miguel con la condición que que bendiga a otros 12 ángeles en la tierra. Hay muchos ángeles sin alas con los que uno se topa cada día, eso sí, si sabe verlos, pero no conozco si tienen o no blog. Es una excusa para decir que las personas con las que intercambio ideas en este espacio son muy pocas y ya la han recibido, así que, aqui queda mi bendición para todos los que se unan a este viaje.