jueves, 19 de junio de 2008

FAUSTO EN EL BERENJENAL

Hace unos días una amiga me dijo que yo padecía el síndrome de Fausto, lo dijo riéndose y dejándome a mi con la incertidumbre de qué era precisamente lo que me estaba llamando, seguro que me estaba insultando porque la cuestión surgió mientras se quejaba de que llevaba más de un mes intentando quedar conmigo y no había manera. Entenderéis que no me quedó más remedio que recurrir a internet para que me desvelase quién era el tal Fausto que me había dejado en vilo toda la tarde.

Pues Fausto no es otro que el título de la famosa obra de Goethe cuya lamentación del primer acto sirve para dar nombre a este síndrome que se define también como "bulimia intelectual" o "el hambre de conocimientos". "Las personas que lo padecen poseen un deseo compulsivo de leer y estudiar sin obtener de todo ello ninguna gratificación especial, más bien suelen constatar angustia al comprobar que nunca terminarán de aprender ni lo conocerán todo. Suelen poseer una gran cultura, reglada oficialmente o no y, cuando sus recursos se lo permiten, están en posesión de enormes bibliotecas cuyo rasgo común es la discontinuidad temática de las materias allí presentes, signo fehaciente de un conocimiento errático, no lineal y estéril profesionalmente.
El sujeto es tan consciente de su superioridad discursiva, que no consigue experimentar placer alguno en la socialización, por entender que no halla interlocutores lo bastante capacitados como para estimularle a una interacción comunicativa positiva. Cuando han de relacionarse públicamente es por force majeure. Incluso el reconocimiento público de su erudición les provoca un notable fastidio, cuando proviene de personas que poseen un listón cultural inferior al suyo.





No amiga, no. Yo no padezco este síndrome, tan sólo soy, en lenguaje del pueblo llano, "un culillo de mal asiento" que le gusta conocer aquello que le rodea, aunque es evidente que no lo consigo. Se podría decir, aludiendo también a expresiones populares, que me encanta meterme en "berenjenales". ¿Estudiar otra legislatura?, ¿por qué no?; perfeccionar los idiomas en el extranjero?, indispensable; ¿que quieres redecorar la casa?, yo te pinto los cuadros... Y si algún día me apetece cualquier otra cosa seguro que lo intentaré, aunque luego no consiga salir del berenjenal. Ah, tiempo para una cervecita, una visita y una llamada de teléfono siempre hay.

4 comentarios:

Ana dijo...

No te conozco personalmente, seguro que tu amiga te conoce mas. No creo que sea tan malo intentar saber de todo un poco, pero no para ser un "sabiondo", si no para poder enterarte muchas veces de las cosas que te hablan.. aunque cuando no lo sepas, lo mejor es escuchar y aprender.
Un saludo!

Virlanda dijo...

¡¡tu lo que eres es una "sabía"!!!, como se dice en mi pueblo jajajaja

pues creo que he de reconocer que durante unos años de mi vida yo padecí el sindrome de Fausto...

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
nivelblue dijo...

Ja ja ja ja curioso como hablas dos veces en el texto del síndrome de Fausto, la primera con una precisa descripción técnica, la segunda con una no menos precisa descripción popular. ¿O acaso soy yo el único que se ha dado cuenta?

Espero que ahora entiendas por qué disfruto tanto de tu presencia.